El rápido deterioro del clima, los efectos duraderos de la pandemia del COVID-19 y los brotes de conflictos y violencia han exacerbado las peores catástrofes humanitarias del mundo al agravar aún más los grados de pobreza y desigualdad de los grupos más marginados, alimentar la ira pública y amenazar los prospectos de sociedades resilientes, pacíficas e igualitarias. Al mismo tiempo, a pesar de los compromisos del sistema internacional humanitario, filantrópico y de desarrollo -y ahora también, en un espacio paralelo, la financiación climática- para que la ayuda tenga carácter local y garantizar que más financiamiento llegue directamente a actores locales y a las comunidades más influyentes, los avances siguen ocurriendo con dolorosa lentitud.
Comments